UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





viernes, 28 de junio de 2013

Lectio Divina : Sábado, 29 de Junio, 2013 : Solemnidad de San Pedro y San Pablo : Evangelio según Mateo 16, 13-23. : (12ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo C -)

Lectio Divina : 
Sábado 29 Junio, 2013
Evangelio según Mateo 16,13-23.


Solemnidad de San Pedro y San Pablo 
(12ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo C -)



1. Oración inicial 
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.


2. Lectura
a) Una clave de lectura:

El texto litúrgico de la fiesta de San Pedro y San Pablo está tomado del Evangelio de Mateo: 16,13-19. En el comentario que haremos incluímos también los versículos 20-23. Porque en el conjunto del texto, del versículo 13 al 23, Jesús volviéndose a Pedro por dos veces lo llama "piedra". Una vez piedra de fundamento (Mt 16,18) y otra vez piedra de escándalo. (Mt 16,23). Las dos afirmaciones se complementan mutuamente. Durante la lectura del texto sería bueno poner atención al modo de conducirse de Pedro y a las solemnes palabras, que Jesús le dirige en dos ocasiones.


b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
13-14: Jesús quiere saber las opiniones del pueblo sobre su persona. 15-16: Jesús pregunta a los discípulos y Pedro confiesa: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!" 17-20: Respuesta solemne de Jesús a Pedro (frase central de la fiesta de hoy). 21-22: Jesús pone en claro el significado de Mesías, pero Pedro
reacciona y no lo acepta. 22-23: Respuesta solemne de Jesús a Pedro. 


c) El texto:
Evangelio según San Mateo 16,13-19. 
 13 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" 14 Ellos dijeron: "Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas." 15 Díceles él: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?" 16 Simón Pedro contestó: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo." 17 Replicando Jesús le dijo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19 A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos." 20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo. 21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. 22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: "¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!" 23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!
Palabra del Señor

3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración. a) ¿Qué punto ha llamado más mi atención? b) ¿Cuáles son las opiniones del pueblo sobre Jesús? ¿Qué piensan Pedro y los discípulos sobre Jesús? c) ¿Quién es Jesús para mi? ¿Quién soy yo para Jesús?
d) Pedro es piedra de dos modos: ¿cuáles? e) ¿Qué tipo de piedra es nuestra comunidad? f) En el texto aparecen muchas opiniones sobre Jesús y varias maneras de presentarse la fe. Hoy también existen muchas opiniones diferentes sobre Jesús. ¿Qué opiniones son las conocidas por nuestra comunidad? ¿Qué misión resulta de todo esto para nosotros?

5. Una clave de lectura
para profundizar en el tema.
a) El contexto 
En las partes narrativas de su Evangelio, Mateo acostumbra seguir el orden del Evangelio de Marcos. Tal vez él cita otra fuente conocida por él y por Lucas. Pocas veces presenta informaciones propias que aparezcan sólo en su Evangelio, como en el caso del evangelio de hoy. Este texto, con el diálogo entre Jesús y Pedro, recibe diversas interpretaciones, incluso hasta opuestas, en las iglesias cristianas. En la iglesia católica constituye el fundamento del primado de Pedro. Sin disminuir a propósito la importancia de este texto, conviene situarlo en el contexto del Evangelio de Mateo, en el cual, en otros textos las mismas cualidades conferidas a Pedro son atribuidas casi todas también a otras personas. No son una exclusiva de Pedro.

b) Comentario del texto 
i) Mateo: 16,13-16: Las opiniones del pueblo y de los discípulos con respecto a Jesús. Jesús quiere saber la opinión del pueblo sobre su persona. Las respuestas son muy variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, uno de los profetas. Cuando Jesús pide la opinión a los mismos discípulos, Pedro en nombre de todos, dice: "¡Tú eres el Cristo el Hijo de Dios vivo!" Esta respuesta de Pedro no es nueva. Anteriormente, después de caminar sobre las aguas, ya los mismos discípulos habían hecho una confesión de fe semejante: "¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!" (Mt 14, 33). Es el reconocimiento de que en Jesús se realizan las profecías del Antiguo Testamento. En el Evangelio de Juan la misma profesión de fe se hace por medio de Marta: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que ha venido a este mundo!" (Jn 11,27).
ii) Mateo: 16-17: La respuesta de Jesús a Pedro: ¡Dichoso tú, Pedro! Jesús proclama "dichoso" a Pedro, porque ha recibido una revelación del Padre. Tampoco aquí es nueva la respuesta de Jesús. Anteriormente Jesús había hecho una idéntica proclamación de beatitud a los discípulos porque veían y oían cosas que ninguno antes había conocido (Mt 13,16), y había alabado al Padre porque
había revelado el Hijo a los pequeños y no a los sabios (Mt 11,25). Pedro es uno de los pequeños a los que el Padre se revela. La percepción de la presencia de Dios en Jesús no "viene de la carne ni de la sangre", o sea, no es fruto de estudio, ni es mérito de ningún esfuerzo humano, sino que es un don que Dios concede a quien quiere.
iii) Mateo: 16,18-20: Las calificaciones de Pedro: Ser piedra de fundamento y recibir en posesión las llaves del Reino. 
* Ser Piedra: Pedro debe ser la piedra, a saber, debe ser el fundamento firme para la Iglesia, de modo que pueda resistir contra los asaltos de las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús a Pedro, Mateo animaba a las comunidades de la Siria o de la Palestina, que sufrían y eran perseguidas y que veían en Pedro el jefe que las había sellado desde los orígines. A pesar de ser débiles y perseguidas, ellas tenían un fundamento sólido, garantizado por la palabra de Jesús. En aquel tiempo, las comunidades cultivaban una estrecha relación afectiva muy fuerte con los jefes que habían dado origen a la comunidad. Así las comunidades de la Siria y Palestina cultivaban su relación con la persona de Pedro. La de la Grecia con la persona de Pablo. Algunas comunidades de Asia con la persona del Discípulo amado y otras con la persona de Juan el del Apocalipsis. Una identificación con estos jefes de sus orígines les ayudaba a cultivar mejor la propia identidad y espiritualidad. Pero podía ser también motivo de conflicto, como en el caso de la comunidad de Corinto (1Cor 1,11-12). Ser piedra como fundamento de la fe evoca la palabra de Dios al pueblo en el destierro de Babilonia "Oídme vosotros, los que seguís la justicia, los que buscáis a Yahvé. Considerad la roca de la que habéis sido tallados y la cantera de la que habéis sido sacados. Mirad a Abrahán, vuestro padre y a Sara que os dio a luz; porque sólo a él lo llamé yo, lo bendije y lo multipliqué." (Is 51,1-2). Aplicada a Pedro, esta cualidad de piedra-fundamento, indica un nuevo comienzo del pueblo de Dios. 
* Las llaves del Reino: Pedro recibe las llaves del Reino para atar y desatar, o sea, para reconciliar entre ellos y con Dios . El mismo poder de atar y desatar se les ha sido dado a las comunidades (Mt 18,8) y a los discípulos (Jn 20,23). Uno de los puntos en el que el Evangelio de Mateo insiste más, es el de la reconciliación y el perdón. (Mt 5,7.23-24.38-42.44-48; 6,14-15; 18,15-35). El hecho es que en los años 80 y 90, allá en la Siria existían muchas tensiones en las comunidades y divisiones en las familias por causa de la fe en Jesús. Algunos lo aceptaban como Mesías y otros no, y esto era fuente de muchos desavenencias y conflictos. Mateo insiste sobre la reconciliación. La reconciliación era y sigue siendo uno de los más importantes deberes de los coordinadores de las comunidades. Imitando a Pedro, deben atar y desatar, esto es, trabajar para que haya reconciliación, aceptación mutua, construcción de la verdadera fraternidad. 
* La Iglesia: La palabra Iglesia, en griego ekklesia, aparece 105 veces en el Nuevo Testamento, casi exclusivamente en las Actas de los Apóstoles y en las Cartas. Sólamente tres veces en los Evangelios, y sólo en Mateo. La palabra significa" asamblea convocada" o " asamblea elegida". Ésta indica el pueblo que se reúne convocado por la Palabra de Dios, y trata de vivir el mensaje del Reino que Jesús nos ha traído. La Iglesia o la comunidad no es el Reino, sino un instrumento y una señal del Reino. El Reino es más grande. En la Iglesia, en la comunidad, debe o debería aparecer a los ojos de todos, lo que sucede cuando un grupo humano deja a Dios reinar y tomar posesión de su vida.

iv) Mateo: 16,21-22: Jesús completa lo que falta en la respuesta de Pedro y éste reacciona y no acepta. Pedro había confesado: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo!" Conforme a la ideología dominante del tiempo, él se imaginaba un Mesías glorioso. Jesús lo corrige: Es necesario que el Mesías sufra y sea muerto en Jerusalén". Diciendo "es necesario", Él indica que el sufrimiento ya estaba previsto en las profecías (Is 53, 2-8). Si los discípulos aceptan a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, deben aceptarlo también como Mesías Siervo que va a morir. ¡No sólo el triunfo de la gloria, sino también el camino de la cruz! Pero Pedro no acepta la corrección de Jesús y trata de disuadirlo.

v) Mateo: 16-23: La respuesta de Jesús a Pedro: piedra de escándalo. La respuesta de Jesús es sorprendente: "¡Retírate de mi, Satanás! Tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios sino la de los hombres". Satanás es el que nos aparta del camino que Dios ha trazado para nosotros. Literalmente Jesús dice: "¡Colócate detrás de mi!" (Vada retro! En latín). Pedro quería tomar la guía e indicar la dirección del camino. Jesús dice: "¡Detrás de mí!" Quien señala la dirección y el ritmo no es Pedro, sino Jesús. El discípulo debe seguir al maestro. Debe vivir en conversión permanente. La palabra de Jesús era también un mensaje para todos aquéllos que guiaban la comunidad. Ellos deben "seguir" a Jesús y no pueden colocarse delante como Pedro quería hacer. Non son ellos los que pueden indicar la dirección o el estilo. Al contrario, como Pedro, en vez de piedra de apoyo, pueden convertirse en piedra de escándalo. Así eran algunos jefes de las comunidades en tiempos de Mateo. Había ambigüedad. ¡Así nos puede suceder a nosotros hoy!

c) Ampliando informaciones del evangelio sobre Pedro: un retrato de San Pedro Pedro de pescador de peces se transformó en pescador de hombres (Mc 1,7). Estaba casado (Mc 1,30). Hombre bueno, muy humano. Estaba llamado naturalmente a ser el jefe entre los doce primeros discípulos de Jesús. Jesús respetó esta tendencia natural e hizo de Pedro el animador de su primera comunidad (Jn 21, 17). Antes de entrar en la comunidad de Jesús, Pedro se llamaba Simón bar Jona (Mt 16,17), Simón hijo de Jonás. Jesús le dió el sobrenombre de
Cefas o Piedra, que luego se convirtió en Pedro. (Lc 6,14). Por naturaleza, Pedro podía serlo todo, menos una piedra. Era valiente en el hablar, pero a la hora del peligro se dejaba llevar del miedo y huía. Por ejemplo, aquella vez que Jesús llegó caminando sobre las aguas, Pedro pidió: "Jesús, ¿puedo yo también ir a ti sobre las aguas?" Jesús respondió "¡Ven, Pedro!" Pedro desciende de la barca, se pone a caminar sobre las aguas. Pero cuando llega una ola un poco más alta de lo acostumbrado, se asusta, comienza a hundirse y exclama: "¡Sálvame, Señor!" Jesús lo tomó de la mano y lo salvó (Mt 14, 28-31). En la última cena, Pedro dice a Jesús: "¡Yo no te negaré jamás, Señor!" (Mc 14,31), pero pocas horas después, en el palacio del sumo sacerdote, delante de una sierva, cuando Jesús ya había sido arrestado, Pedro negó con juramento el tener algo que ver con Jesús (Mc 14, 66-72). En el huerto de los olivos, cuando Jesús fue arrestado, él llega hasta desenvainar la espada (Jn 18, 10), pero luego huyó, dejando solo a Jesús (Mc 14,50). Por naturaleza ¡Pedro no era piedra! Sin embargo, este Pedro tan débil y tan humano, tan igual a nosotros, se convirtió en Piedra, porque Jesús ha rezado por él diciendo: "¡Pedro, yo he orado por ti, para que no desfallezca tu fe. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos!" (Lc 22,31-32). Por esto, Jesús podía decir: "¡Tú eres Pedro y sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia!" (Mt 16,18). Jesús le ayudó a ser piedra. Después de la resurrección, en Galilea, Jesús se apareció a Pedro y le pidió dos veces: "¿Pedro me amas?" Y Pedro dos veces respondió: "Señor, Tú sabes que te amo." (Jn 21, 15.16). Cuando Jesús hizo la misma pregunta por tercera vez, Pedro se entristeció. Debió recordar que lo había negado tres veces. A la tercera pregunta, él respondió: "Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que yo te amo". Y fue en aquel momento cuando Jesús le confió el cuidado de las ovejas, diciendo: ¡Pedro, apacientas mis ovejas! Con la ayuda de Jesús la firmeza de la piedra crecía en Pedro y se reveló en el día de Pentecostés. En el día de Pentecostés, después de la venida del Espíritu Santo, Pedro abrió la puerta de la sala, donde estaban todos reunidos, a puertas cerradas por miedo de los judíos (Jn 20,19), se llenó de valor y comenzó a anunciar la Buena Noticia de Jesús al pueblo (Act 2,14-40). ¡Y no se paró nunca más! Por causa de este anuncio valeroso de la resurrección, fue arrestado (Act 4,3). En el interrogatorio le fue prohibido anunciar la buena noticia (Act 4,18), pero Pedro no obedeció la prohibición. Él decía: "¡Nosotros pensamos que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres!" (Act 4, 19; 5,29). Fue arrestado de nuevo y (Act 5,18.26). Fue castigado (Act 5,40). Pero el dijo: "Muchas gracias. Pero nosotros continuaremos" (cfr Act 5,42). La tradición cuenta que, al final de su vida, cuando estaba en Roma, Pedro tuvo todavía un momento de miedo. Pero luego volvió sobre sus pasos, fue arrestado y condenado a la muerte de cruz. Él pidió que le crucificasen con la cabeza hacia abajo. Pensaba que no era digno de morir del mismo modo que su maestro Jesús. ¡Pedro fue fiel así mismo hasta el final!

6. Salmo 103 (102)
Acción de gracias
Bendice, alma mía, a Yahvé, el fondo de mi ser, a su santo nombre. Bendice, alma mía, a Yahvé, nunca olvides sus beneficios.
Él, que tus culpas perdona, que cura todas tus dolencias, rescata tu vida de la fosa, te corona de amor y ternura, satura de bienes tu existencia, y tu juventud se renueva como la del águila.
Yahvé realiza obras de justicia y otorga el derecho al oprimido, manifestó a Moisés sus caminos, a los hijos de Israel sus hazañas.
Yahvé es clemente y compasivo, lento a la cólera y lleno de amor; no se querella eternamente, ni para siempre guarda rencor; no nos trata según nuestros yerros, ni nos paga según nuestras culpas.
Como se alzan sobre la tierra los cielos, igual de grande es su amor con sus adeptos; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros crímenes. Como un padre se encariña con sus hijos, así de tierno es Yahvé con sus adeptos; que él conoce de qué estamos hechos, sabe bien que sólo somos polvo. ¡El hombre! Como la hierba es su vida, como la flor del campo, así florece; lo azota el viento y ya no existe, ni el lugar en que estuvo lo reconoce.
Pero el amor de Yahvé es eterno con todos que le son adeptos; de hijos a hijos pasa su justicia, para quienes saben guardar su alianza, y se acuerdan de cumplir sus mandatos. Yahvé asentó su trono en el cielo, su soberanía gobierna todo el universo.
Bendecid a Yahvé, ángeles suyos, héroes potentes que cumplís sus órdenes
en cuanto oís la voz de su palabra. Bendecid a Yahvé, todas sus huestes, servidores suyos que hacéis su voluntad. Bendecid a Yahvé, todas sus obras, en todos los lugares de su imperio. ¡Bendice, alma mía, a Yahvé!

7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.