UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





miércoles, 12 de junio de 2013

Video-Audiencia general del Miécoles 12 de Junio del Papa sobre la Iglesia: "Juntos podemos iluminar el...



Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero reflexionar sobre otro término del Concilio Vaticano II referido a 

la Iglesia: “Pueblo de Dios”. Lo haré en base a unas sencillas preguntas: 
¿Qué quiere decir ser Pueblo de Dios? ¿cómo se forma parte de él? ¿Cuál 
es su ley, su misión, su fin?

Dios no es propiedad de ningún pueblo. Más bien es Él quién llama a todos, 

sin distinción, y en Él todos somos uno. Entramos a formar parte de este 
pueblo por un nuevo nacimiento, el bautismo, y a través de la fe, que es 
don de Dios que siempre debemos cultivar.

Su ley es ciertamente el amor, que significa reconocer a Dios como 

nuestro único Señor y al prójimo como un verdadero hermano. 
La misión de este pueblo es llevar al mundo la esperanza y la salvación 
de Dios y ser signo de su amor por todos. Su fin es el Reino de Dios, 
que Él ya ha comenzado en la tierra, pero que debe dilatarse hasta su 
consumación, cuando se manifieste Cristo, vida nuestra.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular 

a los grupos provenientes de España, Argentina, México, Puerto Rico, 
Costa Rica, Colombia y los demás países latinoamericanos.

Invito a todos a  acoger la llamada de Dios a pertenecer a su pueblo; 

a hacer crecer la fe que recibimos en el bautismo; a vivir la ley de 
la caridad; a proclamar con convicción que Dios es más fuerte que 
el mal y que juntos podemos iluminar el mundo, si nuestra vida 
refleja a Cristo y vivimos en comunión con Él. Muchas gracias.